La carroza - Dolores González Opazo
dedicado a Daniel y Laurita
El hombre había caminado ya muchas
horas bajo una lluvia infernal y ansiaba desesperadamente beber un par de
sorbos de café calentito, si hasta parecía sentirlo bajar por el guerguero y
llegar tibiecito a las tripas peladas y heladas, luego, fumarme un cigarrillo
lentamente y 
recostarse en una blanda cama …y dormir y dormir por muchas horas.
Sin embargo por más que intentaba no
lograba llegar a ningún destino, las ultimas casas que había logrado ver entre
la densa cortina de agua, las había dejado atrás hace muchísimo rato. La oscuridad
era total y absoluta. Sólo escuchaba el ruido del agua caer sobre su propia
cara, sobre todo su cuerpo en forma casi despiadada, repentinamente un ruido
ensordecedor rompe la oscura noche y un relámpago gigante ilumina la carretera,
ve a lo lejos el brillo de un vehículo detenido.
-Por fin - se dice y acelera el paso para llegar ahí, donde tal vez se
encuentre alguien que le permitirá guarecerse
de este intenso temporal aunque sea por un par de horas.
- Ojalá tengan un espacio para mí – dice en voz alta- un buen cristiano
siempre apoya a otro en desgracia – se repite
Medio a tentones,
chapoteando en el agua y tratando de ver por entre las pestañas y su cara
mojada logra llegar al vehículo, él que
solo ve a momentos cuando lo ilumina algún rayo ,golpea suavemente pero no se
escucha rumor alguno, nadie responde a los golpes . El hombre decide llamar
- Hola ¿hay alguien adentro ?- Nada no
hay respuesta alguna.
El frío ya le tiene
entumecidos los hombros y el cuello, por lo tanto decide probar abriendo una de
las puertas, tira de la manija y con tanta suerte que esta se abre de
inmediato, siente el aire tibiecito del vehículo en el interior y un aroma a
hierba fragante como jardín florido.
- Alooo perdón pero debo entrar, no
molestare solo quiero que amaine un poco el temporal – dice en voz alta por si
hubiera alguien en el interior.
Se da cuenta que el vehículo está
solitario, seguro alguien tuvo la misma mala suerte de el quedando en pana y
debiendo dejarlo abandonado pero de inmediato una voz suave y lenta le
responde.
- Acomódese nomás amigo, aquí cabemos los dos
- ¿Y usted se quedó también en panna?– pregunta
el hombre aterido de frio
- Sí, mi compañero salió en busca de ayuda pero
no logro regresar a tiempo- le responde la voz desde la oscuridad ,que luego de
una pausa agrega- pero tranquilo es buena persona el hombre y no le molestara
su presencia si vuelve.
Como puede se
saca la mojada parka, que felizmente es tan gruesa que no alcanzó a mojar su
espalda ni sus brazos totalmente, la deja sobre el respaldo del asiento del
acompañante y nota en la oscuridad, que sobre él se encuentra algo así como una
gruesa frazada o un chal quizás, lo toma y se cubre con él, se saca los zapatos
mojados y se acurruca en el asiento de la mejor forma posible.
Afuera el
temporal está en su máximo apogeo, el viento azota el vehículo con fuerza,
llegando incluso a instantes que el siente que se mueve violentamente. Atrás
con el movimiento del viento la carga que lleva el vehículo parece correrse de
punta a punta, siente el movimiento de algo pesado.
- Chuatas – se dice – Ojalá que no me salgan
después con que se perdió algo aquí-
En eso el viento embravecido parece atacar con mayor ímpetu, el hombre
se alegra en parte de estar algo protegido, preocupado eso si de lo que deberá
decirle al conductor del vehículo, si por alguna razón lo sorprende antes que
acabe la tormenta. A lo lejos la luz potente de un rayo enrojecido lo distrae
por momentos.
Su compañero es de pocas palabras, pero igual le entabla una pequeña
conversación.
-Mire mi amigo estire su mano y tantee la guantera ahí hay una pequeña
petaquita que, lleva mi compadre pa estos viajes largos, tómese un par de sorbos
no vaiga a ser que se resfríe.
-¿Y no se enojará el caballero? -Pregunta el hombre algo temeroso.
-Que va a enojarse si es re buena persona, dele nomás- responde la voz
desde el asiento de atrás.
-¿Y usted es de por aquí? -pregunta por decir algo
-Si un poco más allá, ando un poco enfermo , por eso preferí no
acompañarlo , pero ya me estoy recuperando - responde la voz.
-Yo voy camino a la ciudad por razones de trabajo y usted como se llama
señor.
-Manuel de Jesús Muñoz Salgado pues pa servirle.
-Güeno ¿y aquí esta hace hartas horas usted? con tanto tronar y
tantísima agua.
-No tranquilo si ya estoy descansando de mi problema , me caí del
caballo hace dos días y pare que me anduve rompiendo un par de costillas por
eso no pueo moverme mucho.
-Anda la cosa amigo , la saco baratita eso si.
-Si toy bien cómodo-
El hombre pensaba, en lo dolorosa
de la lesión del pobre huaso, y más encima con el frio no debía de ser na de
bueno. En eso está pensando, cierra los ojos agotado y se queda dormido. El
sonido del agua y las ráfagas de brioso viento, le adormecen. Un golpe violento
en el costado del vehículo lo despierta, aun se tambalea cuando siente una gran
ráfaga de viento y agua que le abre violentamente la puerta, como puede se
estira y la toca en la oscuridad, la cierra y nota que algo, como un bulto
grande cayó en la parte del asiento trasero, y que con cada movimiento parece
moverse de aquí para allá, provocando un golpe algo monótono. Vuelve a dormirse y entre su sueño escucha el
golpeteo incesante en la parte de atrás.
Ya pasadas las horas la fuerza del temporal comienza a perder algo de
fuerza, aunque el viento y la lluvia no parecen querer detenerse, la poca
visibilidad comienza a abrirse paso entre la oscuridad.
-Debe estar amaneciendo – dice el hombre- apenas aclare un poco creo que
debo partir, no sea que llegue el amigo de este caballero y le moleste mi
presencia- se dice aun con los ojos cerrados.
Su compañero aun no
despierta, se durmió antes que él, pero los vidrios empañado del vehículo, le
dicen que hay algo de tibieza adentro. Vuelve a cerrar los ojos y se queda
traspuesto unos momentos, lo suficientes para que se haga algo de luz dentro
del automóvil. No se ve mucho pero él decide emprender su camino ya más seco y
descansado.
-Amigazo es hora de que yo parta – dice
Nadie le responde, “está dormido" dice “mejor me voy sin ruido” y parte camino del
primer pueblo que encuentre.
Antes de partir piensa en arropar al buen hombre, pero decide irse ya
que no siente movimiento alguno “pobre cristiano medio suelazo” se dice.
Sale aun llueve con algo menos de intensidad, pero el viento de repente
parece que lo fuera a volar. De repente ve unos focos a lo lejos en medio de la
lluvia, una camioneta avanza apenas por el lodazal dando tumbos.
-Pa onde marcha el amigo – dice una
voz desde adentro.
-Camino al primer pueblo, quede en panna ayer
en la tarde y he caminado muchazo dice.
-Y aonde paso la noche amigazo – dice el
conductor del vehículo.
- Por aquí cerca- responde no
queriendo decir que estuvo de intruso en un auto, algo mas allá.
- Bueno si gusta yo voy en busca de algo,
por aquí cerca nomás, lo llevo-
-Bueno estaría pues- dice pensando en
que ni siquiera sabe dónde queda el pueblo.
-Se
acomoda lo mejor que puede, en el tibio vehículo
-Está buena esta camionetita – dice
-Si normalmente no la saco con este
tiempo, quero que me dure hartos años más – responde el conductor- pero usted
sabe a veces salen imprevistos como ahora-
- Ah y usted hace algún trabajito con ella-
- Si tengo un pequeño negocito y ahí le doy uso
a veces-
- Cómo es eso, o sea no siempre la usa-
- A veces responde el hombre – luego agrega -
por aquí con caminos malos mejor la más vieja es más firme-
El
hombre queda en silencio por algunos momentos y luego pregunta:
- Y dígame ¿vamos muy lejos ?
- No si ya llegamos esta peguita hay que hacerla
hoy ya no queda más tiempo, además hay gente que me espera
- Y¿en que trabaja usted mi amigo?
- Naa yo soy funerario y sepulturero amigo mío,
el único en estos lugares. Anoche venia trasladando un finaito y me maldije en
un hoyo mal parao, rompí el eje de la camioneta, así es que partí en busca de
esta nomás.
- Bueno y el finao ¿que pasó con él?
- Que iba a pasar púes ahí se quedó nomás, total no iba a ir pa ningún lugar, si estaba
bien muertito
El
hombre guardó silencio mientras el funerario hablaba y hablaba de su pega, de
esos lugares algo tenebrosos y de todo cuanto se le ocurría, sin preocuparse de
que su compañero respondiera.
De repente interrumpe la conversación .
- Meh ahí esta nomás pues – grita alborotado
- Ah qué buena dice el hombre –pensando en que
por fin llega el final de su aventura y, divisando a lo lejos una camioneta
tipo stagion, de esas típicas funerarias
- Mire y está tal como la deje vamos ver- dice riendo- si el Mañungo
no se ha ido
- Le ayudo amigo
-Si voy a necesitare una manito socio, pero
quédese aquí no más yo le aviso
El hombre se acomoda en el tibio vehículo, mirando atentamente el
trabajo del funerario, de repente piensa “y donde estaba esta carroza que yo no
la vi cuando pasé”. “Bueno era tanta el
agua que seguramente del cielo bajaron para guarecerla por ahí” se dijo
a sí mismo. En eso está pensando cuando escucha la voz que le grita:
- Hey amigo “venga a echarme una manito” grita
bajo el ruido del agua el sepulturero, ensopado hasta los huesos
- Ya dígame en que le sirvo
- Agarre de la cola el cajón, está harto pesao, era grandazo este
hombre
Trasladan el féretro a la camioneta, y unas cuantas canastillas de
flores y el funerario saca algunas cosas del vehículo, mientras él vuelve a
acomodarse dentro. Lo ve como abre la
guantera y saca desde dentro una pequeña petaca que algo le recuerda.
Se sube sobándose las manos, abre la petaca y se la ofrece .
- Tómese un buen trago amigo, esto le aliviará
del remojón, mientras llegamos al pueblo y sepultamos a este finao de una buena
vez .
- Ya poh, haber si consigo ayuda pa mi vehículo
también – dice mandándose un buen trago, que corre calentito guerguero abajo y
siente como sus tripas se calientan rapidito.
-Yyyy ahí lo llevo después porque tamien soy
taxista- dice el sepulturero con una buena carcajada.
Algo pensativo y por decir algo el hombre
pregunta:
-Y dígame amigo que fue lo que le pasó a este
finaito
-Chuuuu este finaito murió re mal amigo, se cayó
del pingo que montaba- responde
- ¿Verdá?- dijo preocupado ¿y cómo se llamaba ?
- Manuel de Jesús Muñoz Salgado
Un zapatazo de terror le sacudió su helado corazón, un sudor frio le
corrió por la espalda y noto que ya no había aire pa respirar , mientras abría
tamaño de grande sus ojos , el hombre sin entender bien como pero se dio cuenta
que ….de que había pasado la noche con
el finao…
(c) Dolores González Opazo
Santiago de Chile
Santiago de Chile
Dolores González Opazo es chilena, nacida en Villa Alegre pintoresco pueblo de la séptima región, lugar donde conviven estrechamente viñedos y naranjos. Tierra linda, que impregnó en ella el amor por el campo y sus costumbres. Su gusto por la escritura es desde siempre y escribe sobre las costumbres , tradiciones , cuentos y leyendas de su tierra. En el año 2015 Revista Archivos del sur publicó su cuento " Chicha de manzana " y en el mismo año ganó el concurso "Líneas de vida " con el cuento " Natalia historia de una desconocida ". En el año 2016 Revista Archivos del sur publicó el cuento " El velorio del angelito". Trabaja como bibliotecaria, además de hacer lo que más le gusta escribir. Entre libros se siente a gusto y goza con cada letra que llega a sus manos. Casada con 2 hijos y una nieta a quienes ha inculcado el amor por su tierra, las letras, el cuento y la poesía. Radica actualmente en Santiago de Chile.
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