Jairo Prieto Macías - Ocumare del Tuy


                                     


                                       
Jairo Prieto Macías



















Ocumare del Tuy


   Toda la tierra está llena de cemento. Pasó a la historia los cuentos de brujas, los aparecidos, y los papagayos. Cada vez se construyen más casas y no hay espacio para nada. No se levantan ni siquiera las matas de mangos que abundaban cuando era carajito. Recuerdo que cuando niños, mis hermanos y yo, nos escondíamos en el cambural de la casa. Jugábamos a las escondidas, y lo más seguro era el cambural, era imposible que te descubrieran con facilidad en esa selva. Pasábamos la tarde y la entrada de la noche jugando la escondida.
           - Vengan a comer, gritaba mamá
Nosotros salíamos corriendo, riéndonos aún sin saber de dónde salía ese plato de comida. ¡Qué sacrificio hacia mamá para que no nos faltara la comida!.
La casa se fue levantando poco a poco. Primero fue de zinc, luego a los años, fue de madera, y techo de zinc. Cuando tenía diez años, a mi padre yo lo veía abrirle semerendo hoyos a la tierra. Todas las mañanas sacaba el pico, la pala, la chícora, y solito empezaba a abrirle esos inmensos agujeros al suelo. Mi madre, estaba en el terreno, desenterrando el ocumo, recogiendo la guanábana, pilando el maíz. Semanas tras semanas era la rutina. La televisión nos informó que en Caracas se estaban matando, había saqueos por todos lados. Se hablaba de Caracas como un lugar lejano.
  Asistíamos a la escuela. A mi hermano siempre lo felicitaban en la entrega de boletas, era muy colaborador, y tenía buenas ocurrencias para los eventos de la escuela, era el más colaborador de las clases. En cambio yo, siempre traía quejas.
         -    Su hijo no hace caso, se queda dormido en plena clase. Su hijo viene a pelear. Pellizca a las niñas, su hijo…su hijo…
Mamá decía que era importante asistir a clases, prestar atención porque eso era importante.
         -  Hazme caso, algún día te darás cuenta, y es mi responsabilidad que no sea tarde, decía.
No entendía por qué era importante. Si en casa nosotros mismos sembrábamos nuestros alimentos, si nosotros mismos cambiamos alimentos con los tejidos de la señora Elizabeth, si nosotros mismos intercambiábamos los alimentos con los calzados del señor Medina. Si nosotros mismos, cambiábamos el ocumo y las guanábana por arroz con los Machuca. No entendía que importancia era escuchar a la maestra, torturándonos que 2 + dos son 4, y que sólo de solamente lleva acento y el de soledad no. Tampoco me importaba. Pero mi hermano, que siempre ha sido más inteligente que yo, comprendiendo la realidad, adelantándose como buen analista que siempre ha sido, entraba a clases, prestaba atención; era la mano derecha de la maestra, a la izquierda siempre estuve yo.
Por qué eres tan flojo, me decía la maestra, si tu hermano es tan inteligente
No entendía. Para mí lo importante era salir al patio y desenterrar los alimentos que quería comer, o cambiarlos con los vecinos. No como la maestra que tenía que ir al abasto del señor De Sousa y hacer una cola para comprar tomates. Y siempre se quejaba que el sueldo no le alcanzaba para nada, que ni siquiera comía lo que le provocaba porque todo era muy caro.
         -   Maestra, por qué usted no siembra los tomates en el patio de su casa- le pregunté
         -   Jejejejeje qué cosas dices chico
         -  Es que ayer la vi haciendo una cola donde el portugués, y me quede mirándola, porque estaba esperando ver a la hija del portugués que es mi amiga, y pronto será mi novia, maestra, y la vi a usted comprar tomates. Usted puede sembrar tomaste en su casa maestra. Mi mamá siembra ocumo y guanábana
          -  Ejejejejej, ¿terminaste la tarea?
          -   No.
          - Entonces hazla

Ese día le escribí una carta a la hija del portugués. Pero no recibí respuesta.
Pasé de grado. En las vacaciones nos fuimos a la playa. Bailamos tambor. A mi hermano le compraron una cámara fotográfica, y le prometió a mamá que iba hacer cine. En el pueblo donde estábamos, los pescadores cambiaban el pescado por papas, por limones, por plátanos.
En Ocumare del Tuy el clima es seco. Es preferible que las casas tengan el techo alto, y con suficiente ventilación. Algunas personas compran ventilador por habitación, menos en la cocina para que no apague las hornillas. Se barre las casas en las mañanas. En la tarde uno se baña, se prepara una buena taza de café, y se conversa con los vecinos.
Los fines de semana se cruzan la montaña y se va al río. Si tienes paciencia puedes traer bocachicos, porque es de pacientes pescar.
Mi hermano ve televisión casi todo el día. Hace sus tareas y ve televisión. Cada día comparte menos. Mi mamá dice que ya está creciendo y por eso se ha puesto así; pero yo creo que es porque es inteligente.
         -   Acá son puros brutos, nadie tiene ni siquiera el bachillerato, maldito pueblo, analfabeta, dije una tarde que me molesté con Topacio, la vecina más bonita, la reina de mi corazón
Topacio tiene las tetas grandes, y habla todo el tiempo de modelaje. Ella va a casa a hacer las tareas con mi hermano.
          -  Por qué estudian, les pregunté un día que se quejaban de lo que hacían
          -  Para ser alguien en la vida, dijo mi hermano. Topacio nos miró a los dos, y se rió.
Yo me fui a jugar a cazar sapos. Ese día me enamoré de nuevo. Conocí a una chica nueva que vendía conservas de coco. Entonces mi tarde era esperar sentado en la acera frente a la casa a esperar a la chica de las conservas. Mi hermano seguía encerrado en casa haciendo tarea, así pasó su vida, hasta que un día se fue a Caracas y no volvió más.
Esta mañana presente la prueba obligatoria para ingresar a la universidad y me preguntaron ¿Cómo hizo Hitler para tomar el poder?, y cosas así, después que salí de la prueba conversé con una gente que analizaban sus respuestas, me acerqué y les dije que no sabía las respuesta de la prueba porque yo quiero estudiar agroecología, y estudié solo lo relacionado a eso. Me miraron con lástima, y me dijeron, debes saber de todo, debes saber cultura general mijo.
Ocumare del Tuy huele a mango, a tierra seca, a sudor de borracho. En las noches salen los hombres habitados por los demonios, se escuchan disparos, y cantares de gallos. Esta tierra tiende puentes entre la añoranza y la angustia, en el azar implacable de sus días soleados. Mi pueblo, donde los ríos fueron tragados por excrementos  industriales. Mi pueblo, donde divertirse es disparar y embriagarse con ron en la plaza. En Ocumare del Tuy hay que andar callado, uno nunca sabe que gatillo lo está espiando sin clemencia.

(c) Jairo Prieto Macías

 Caracas, 2011

Jairo Prieto Macías
Ocumare Del Tuy en 1987. Poemas suyos han sido traducidos al portugués y al francés en antologías latinoamericanas. Ha publicado los poemarios: “Cuánto pesa un río” (2006) y “Primicia de huesos” (2012). Ha escrito y filmado guiones cinematográficos para cortometrajes de ficción y documentales.

http://www.jairoprietomacia.blogspot.com/ 

                                       


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